jueves, 8 de agosto de 2013



El NEGRO EN LA NEGRURA. Exposición de Beatriz Zamora. Museo de la Cancillería. Martes 13 de agosto. 7pm.


Museo de la Cancillería.
Inauguración martes 13 de agosto, 7:00 p.m.

República de El Salvador 47, Col. Centro.
(entre Isabel La Católica y Bolivar)
Horario: Lunes a Viernes de 10:00 a 18:00 hrs.
(acceso al estacionamiento por Mesones Núm.28)
Teléfono: 36865100 Ext. 8327
museodelacancilleria@sre.gob.mx
http://www.sre.gob.mx/images/stories/infografias/museocancilleria/museo.html
 
Entrada gratuita.






Un ser humano es una parte del todo que llamamos “universo”, una parte limitada en el espacio y el tiempo. Se experimenta a sí mismo, con sus pensamientos y sentimientos, como algo separado de todo lo demás, lo cual constituye una ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es para nosotros una suerte de prisión, que limita nuestras aspiraciones o inclinaciones a unas pocas personas cercanas a nosotros. Es tarea nuestra liberarnos de esta prisión.

Albert Einstein.



El Negro somos nosotros también.
Dentro de lo más profundo de nuestro ser está la oscuridad total.
Tener consciencia de eso nos hace comunicarnos con el universo,
nos hace hijos del universo y con eso el panorama que se tiene de la cultura desaparecería porque entenderías que tú eres lo mismo que el universo:
fuerza, poder, libertad, amor, belleza.

Beatriz Zamora. 







Imagina a Dios Madre en lugar de Dios Padre, 
en lugar de una luz cegadora una oscuridad impenetrable de la que surge todo”. 
 OM. Alan Watts



La Negra, en femenino, es el simbolismo del principio uterino, lo receptivo, el vacío y la oscuridad que contiene el brillo de la luz. Para salir de la actitud machista y chauvinista del principio femenino como el juicio y el significado de todo lo terrible y negativo, habría que ver que todas esas connotaciones inquisitoriales, muchas veces provienen de las impresiones sustanciales del inconsciente profundo de lo masculino (El Negro). En el principio vivificador femenino pues, existe una luz cegadora para los que no quieren ver en la “oscuridad impenetrable” la expresión de la verdad, de donde surge todo, el principio integral del cosmos, el fundamento espacial de las cosas y la energía temporal donde el vacío está contenido, aunque en realidad contiene toda la eternidad del Universo.


La representación Negra de esta obra plástica contiene sustancias sutiles, celestes, del cosmos, de la vía láctea e ígnea, de la aérea, de la biología, la física  y la del espíritu general del mundo. En virtud de este poder universal, la obra trasciende su género, su especie, su figura y su virtud. La base de esta obra es realmente femenina, y masculina en su forma.

En lo profundo de la mujer de Beatriz Zamora existe una beatitud inmóvil, fulminante y alucinada, que sueña el fruto de todas sus semillas, dispone por naturaleza con el poder de soñar un universo y crearlo, darle luz, germinarlo, engendrarlo de pedrerías  como joyas o riquezas de su intimidad, busca alentarlo desde su vientre bajo la concavidad de sus manos. Le ofrece todo lo mejor que hay en ella. Sus manos cuidarán, vigilaran, alimentaran, formaran y crearan lo soñado para poder darle profundidad a sus recuerdos. Hay seducción, paz, intimidad y esmero para manipular esa arcilla oscura para darle forma a su creación. Cada parte de la masa y sus materiales ígneos tienen una medida, un peso, una precisa maestría para calibrar el interior y el exterior de la materia en la obra. En esos momentos no se duda, la estructura creada se pone al desnudo bajo una superficie de madera o de tela con la intención de que salga a la luz una maravillosa pedrería obscura, para que pueda salir a la superficie la oscuridad viva de una obra de poder, el poder de ese fósil de luz que envuelve y nos envuelve en su seno: la tierra negra de nuestra madre oscura.

La intimidad femenina de la tierra es descubierta como un alhajero de innumerables joyas: cuarzos, piritas, amatista, carburos de silicio, carbones vegetales y minerales, obsidianas, etc. Todos estos ensueños infinitos son una riqueza sin límites. Este elixir mercurial es Negra porque su negritud es la materia dramática y sustancial que purifica con la verdad los valores de las pasiones humanas. Blanquea con la fuerza de elevado espíritu la vulgaridad ordinaria con que las impurezas del alma muchas veces fija en sus arrebatos, suposiciones y conjeturas. Es una obra que apacigua, da paz, transforma la inquietud en silencio. La obra absorbe lo negativo para purificarlo en luz. Se come todo aquello negativo para transformarlo en humanidad, en hermandad, en paz. Por eso, esta obra Negra tiene todos los colores y todas las potencias. La pasión la transforma en creación, y todos los humores humanos los mejora en virtudes infusas y fuerzas de ensoñación.




La tenacidad inquebrantable para imaginar y crear un universo material de Negrura ha sido posible gracias a la marca imborrable de una mujer mexicana. Ella ha logrado su identidad bajo el indeleble temple de un espíritu que es de nuestro tiempo, pero que a la vez está más allá de nuestra era. Esta obra es para el infinito de los tiempos, para dar voz a la reconciliación en todas sus formas y facetas. Cuando se tiene una convicción íntima no se lucha en vano. Las imágenes profundas de su alma despertaron desde la profundidad de su ser para despertar los valores sensibles esenciales de toda humanidad. Su obra participa de la negrura más profunda de toda fuerza primaria, de todo poder primitivo para dar voluntad a la mano de una humanidad que busca orientación y consuelo, sabiduría y paz, sosiego y paciencia, coherencia y verdad.
 
Delton Santamaría